MÍ MÚSICA, MÍ PROBLEMA.
El proceso tecnológico que el mundo vive a cada segundo es una carrera sin fin. En el mismo minuto cuando estés leyendo esto, lo más seguro es que algún asiático de alto coeficiente mental esté inventando una pastilla a la mitad del tamaño de una aspirina pero con el doble de funciones y a un precio no mayor al de un dulce “media hora”. Como nosotros estamos inmersos dentro de este mundo peligrosamente dinámico, también estamos sujetos a sufrir ciertos cambios en nuestros artefactos, y más aún, en nuestro modo de interactuar con éstos y con las personas mismas.
Si nos ponemos a observar este fenómeno con la mirada en la música y su distribución, esto se aplica a la perfección, unas de las consignas del avance tecnológico y, por qué no decirlo, también de la globalización es que este proceso ayudaría a la democratización de la información (música) que nos interesare, pero en realidad ocurre lo contrario, cada día nos encontramos con un aparatito nuevo para escuchar música, por ejemplo: el MP3, el MP4, el I-POD, y todo lo demás. Bueno, si bien estos avances acercan en cierta medida la música “under” que andaba como ciego sin lazarillo por el creciente mercado del Internet, tiene otras contraindicaciones que no es malo que sean revisadas. Hace pocos años atrás, cuando las veneradas micros amarillas llenaban de color y el doble de smog nuestra hermosa metrópolis, el micrero tenia siempre a las 1 de la tarde el “Festival de la Corazón”, con toda y la mejor música tropical, y uno, a falta de la tecnología, se nutria de ese arte pop, muy pop de esos tiempos. Otra situación es la que se daba con los conductores de colectivos, el culto ponía la Cooperativa, el joven la FM Hit y el cool colocaba la Amadeus. Si se dan cuenta, podemos (como dije en un articulo anterior) definir las personalidades y las formas de vivir la vida de ciertos individuos a través de la música, y eso en este tiempo, donde la capacidad de asombro se ha perdido, donde la solidaridad aparece una vez por año, es realmente necesario.
Por ende y conclusión, el futuro y la tecnología le está haciendo un flaco favor al desarrollo (siendo crítico) de nuestras personalidades que se desarrollan en el intercambio cultural con otras personas. Así, ya no es la misma música la que se escucha, y por sobre todo, la manera en que se escucha esta misma ha cambiado (por ejemplo, ahora podemos saber de donde viene nuestra música, y en mi caso, antes con cuea’ sabía cómo se llamaba el pelagato que canta, ahora, se quien es el productor, donde nació, cuantos hijos tiene, etc.) Pero hay que tener ojo a aquello, no debemos confiarnos de todo lo que nos entrega la tecnología, y aunque suene un poco paranoico, no me deja tranquilo la justificación que es un proceso sano y sin fines de algún tipo, detrás de este boom comunicacional algún otro trasfondo oscuro debe haber, y aseguro (a lo Yolanda Sultana) que este abuso excesivo de la tecnología nos pasará la cuenta. Pero la gran pregunta es “¿esto tiene solución?”, y si la hay “¿por dónde cresta se empieza a realizar la verdadera democratización de la información que ronda a no se cuántos kilobytes por milésima de segundo en cada rincón del planeta?”. No me pregunten a mí, porque en estos momentos estoy poniéndole MI MÚSICA A Mi PENDRIVE.
Si nos ponemos a observar este fenómeno con la mirada en la música y su distribución, esto se aplica a la perfección, unas de las consignas del avance tecnológico y, por qué no decirlo, también de la globalización es que este proceso ayudaría a la democratización de la información (música) que nos interesare, pero en realidad ocurre lo contrario, cada día nos encontramos con un aparatito nuevo para escuchar música, por ejemplo: el MP3, el MP4, el I-POD, y todo lo demás. Bueno, si bien estos avances acercan en cierta medida la música “under” que andaba como ciego sin lazarillo por el creciente mercado del Internet, tiene otras contraindicaciones que no es malo que sean revisadas. Hace pocos años atrás, cuando las veneradas micros amarillas llenaban de color y el doble de smog nuestra hermosa metrópolis, el micrero tenia siempre a las 1 de la tarde el “Festival de la Corazón”, con toda y la mejor música tropical, y uno, a falta de la tecnología, se nutria de ese arte pop, muy pop de esos tiempos. Otra situación es la que se daba con los conductores de colectivos, el culto ponía la Cooperativa, el joven la FM Hit y el cool colocaba la Amadeus. Si se dan cuenta, podemos (como dije en un articulo anterior) definir las personalidades y las formas de vivir la vida de ciertos individuos a través de la música, y eso en este tiempo, donde la capacidad de asombro se ha perdido, donde la solidaridad aparece una vez por año, es realmente necesario.
Por ende y conclusión, el futuro y la tecnología le está haciendo un flaco favor al desarrollo (siendo crítico) de nuestras personalidades que se desarrollan en el intercambio cultural con otras personas. Así, ya no es la misma música la que se escucha, y por sobre todo, la manera en que se escucha esta misma ha cambiado (por ejemplo, ahora podemos saber de donde viene nuestra música, y en mi caso, antes con cuea’ sabía cómo se llamaba el pelagato que canta, ahora, se quien es el productor, donde nació, cuantos hijos tiene, etc.) Pero hay que tener ojo a aquello, no debemos confiarnos de todo lo que nos entrega la tecnología, y aunque suene un poco paranoico, no me deja tranquilo la justificación que es un proceso sano y sin fines de algún tipo, detrás de este boom comunicacional algún otro trasfondo oscuro debe haber, y aseguro (a lo Yolanda Sultana) que este abuso excesivo de la tecnología nos pasará la cuenta. Pero la gran pregunta es “¿esto tiene solución?”, y si la hay “¿por dónde cresta se empieza a realizar la verdadera democratización de la información que ronda a no se cuántos kilobytes por milésima de segundo en cada rincón del planeta?”. No me pregunten a mí, porque en estos momentos estoy poniéndole MI MÚSICA A Mi PENDRIVE.
por Mala Persona
2 comentarios:
un articulo sensual. Pablete
AjaJAJajJAJajJAJajA
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